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Hasta siempre, Perico

Hasta siempre, Perico

Resulta muy complicado escribir una despedida para alguien como Pedro García Hierro. Es muy difícil hacer un perfil completo de una persona como él, tan íntegra, tan intensa, tan comprometida, tan apasionada, y mucho más complejo encontrar palabras adecuadas para describir ese sentimiento de tristeza y de vacío que nos produce su partida. De él podríamos decirlo todo y aun así sería insuficiente.

Son muchos los espacios que los miembros de Almáciga hemos tenido la fortuna de compartir con él. Nunca decía que no a ningún taller, a ningún artículo, a ningún trabajo, aunque después tuviera que hacer juegos malabares para cumplir con todos ellos de esa manera impecable tan envidiable, tan suya. Aceptó, incluso, formar parte del consejo asesor de Almáciga. Así de fácil se dejaba convencer cuando entendía que algo merecía la pena.

Perico era -es- un maestro. Un hombre que puso todos sus conocimientos y toda su experiencia al servicio de una causa que podría desde muchos prismas catalogarse como perdida si no fuera porque personas como él (y por supuesto los propios pueblos indígenas al lado de los cuales siempre estuvo posicionado) están convencidas de que es el único camino para garantizar otro mundo posible, más amable, más solidario, más humano.

Como él mismo dijo en una entrevista que le hicieron el año pasado en Madrid “no me veo yo haciendo otra cosa que tratar de demostrar al mundo que estos millones de personas a las que hace cinco siglos pillamos de improviso para destruirles y expoliarles (en África, en los mares del sur, en América…), aún pueden mostrarnos aquellos caminos que estaban ahí, incluso en nuestras áreas rurales, antes de que nos volviéramos locos”.

Sabía mucho sobre muchas cosas. Era, además, un experto a la hora de enseñarlas, porque nunca pretendía dar lecciones a nadie, sino construir colectivamente una base sólida desde la que reclamar derechos, impulsar cambios en constituciones y políticas públicas y alcanzar, en suma, lo que es de justicia.

Escribió también mucho, teorizando a partir de una práctica esencialmente colectiva, sistematizando experiencias de protagonismo comunitario. Porque él era un sabio, pero uno más, tan valioso como todos los otros con los que trabajaba.

Compartimos desde aquí una de sus contribuciones sobre el tema de gobernanza territorial, una presentación que realizó en la penúltima sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, así como la entrevista sobre la misma cuestión que le hicieron los compañeros de IWGIA.

Y desde aquí le decimos adiós. Buen viaje, querido Perico. No vamos a ser capaces de sustituirte. No vamos a poder dejar de echarte de menos.

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